jueves, 12 de enero de 2012

Cuento: la mujer de plástico

Ella era muy hermosa pero soy un hombre prejuicioso y comencé a dudar. Para sacar las dudas de mi mente tenia que acercarme y escuchar pero mis temores resultaron ser una realidad.


En tres minutos de charla repetía mas de cinco veces la palabra “nada” y le daba mas usos que a un ipad. De cerca note que su belleza era algo que se le parecía pero definitivamente no lo era.


Pero lo mas triste fue descubrir que si no me alejaba de ella la paz que encuentro en mi soledad y ansio compartir con una talvez inexistente alma gemela se apagaba. El tono agudo de su voz, su mirada perdida hacia una cámara que en realidad no estaba allí, su incapacidad para diferenciar el amor de los impulsos irracionales y autodestructivos como los celos, era todo un combo de sutilezas irritantes. Es verdad, mi ritmo cardiaco acelero mientras la tuve cerca pero el causante no era el miedo a perderla, eran los nervios, la mala sangre, la sobrevaloración del ego, sensaciones que me transmitia aun hoy no comprendo como hacia ella para vivir en su compañía.


Pero lo que me obligo a alejarme fue su desprecio por el silencio, su necesidad de expresar ideas que no había pensado, de comunicarse sin tener nada que decir. Entonces mire hacia atrás, hacia mis días antes de haberla conocido y decidi ponerle fin a nuestra interaccion de cinco minutos eternos.


Regrese a mi burbuja, abrace la seguridad que me brindaba y la forma en que protegía mis sentimientos de las personas y mire por la ventana. Gente triste, sin trabajo, insegura, hambrienta, engañada. Ahí me di cuenta, ella tiene la culpa porque ignora los limites de su poder, no sabe que no esta sola, que son la mitad mas uno, que cree haber elegido un tatuaje, un imitador simpatico, un programa de televisión cuando en realidad opto por el olvido al sufrimiento del desdichado.


¿lo mas curioso? Le hecha la culpa quien ocupe la casa rosada.